El mantenimiento del suelo radiante es importante para asegurar su correcto funcionamiento y prolongar su vida útil. A continuación, se presentan algunas pautas generales para realizarlo, evitando posibles problemas futuros.

Cómo hacer el mantenimiento del suelo radiante

Para cuidar las instalaciones, se deben seguir las instrucciones e indicaciones de los fabricantes e instaladores. Puede variar según el sistema concreto utilizado, así como de los materiales empleados. En cualquiera de los casos, un especialista podrá ser el encargado de realizar el mantenimiento del suelo radiante.

Limpieza regular

Servirá para eliminar toda suciedad o partículas que puedan obstruir los conductos o afectar la transferencia de calor hacia las estancias. Se pueden usar para ello aspiradoras de baja potencia o escobas suaves para limpiar el suelo.

Verificación de la presión del sistema

Es necesario verificar la presión del sistema de agua de forma periódica. Servirá para asegurarse de que se mantenga en el rango adecuado. Si la presión es baja, se debería añadir agua al sistema, siempre siguiendo las indicaciones del fabricante.

Purga de aire

Si se produce una acumulación de aire en el suelo radiante, podría afectar la transferencia de temperatura. Purgando el aire del sistema es posible solucionarlo. Se realiza utilizando las válvulas de purga ubicadas en los colectores.

Control de temperatura

Es recomendable utilizar el termostato o similar para mantener la temperatura del suelo radiante dentro de los rangos recomendados. Servirá para evitar temperaturas excesivas o fluctuaciones que puedan afectar la eficiencia del sistema.

Mantenimiento bombas y válvulas, de la caldera o sistema de calefacción principal

Será necesario asegurarse de que todos los sistemas están regulados y en condiciones según las recomendaciones de los fabricantes.

Es recomendable consultar las instrucciones y recomendaciones específicas del fabricante del sistema de suelo radiante, ya que los procedimientos de mantenimiento pueden variar según el tipo de sistema y los materiales utilizados. Además, es aconsejable contar con el apoyo de un profesional cualificado para el mantenimiento y cualquier reparación necesaria.

Consecuencias de no realizar mantenimiento

– Mayor consumo: puede producirse una pérdida de calor que desembocará en la necesidad de requerir de más energía para conseguir el fin.

– Distribución de temperatura irregular: el reparto homogéneo es una de las principales características del suelo radiante, y éste puede verse afectado. De esta forma, podría haber desajustes y encontrar zonas más calientes de lo debido y otras más frías de lo indicado.

– Manchas o humedad: es lo que pueden provocar las fugas de agua. En importante prevenir con una correcta instalación porque podría ser difícil de solucionar.

– Deterioro de componentes: el paso del tiempo afectará al sistema y a los componentes si no se llevan a cabo unas mínimas tareas de limpieza y revisión.

– Vida útil: por último, el descuido en estas tareas puede repercutir en el tiempo que podremos aprovechar la instalación. Algo que está concebido para que pueda disfrutarse durante décadas.

Esa es una de las grandes ventajas de la aerotermia y el suelo radiante. La inversión inicial se ve ampliamente compensada con su larga vida útil y el confort climático que proporciona.